miércoles, 3 de agosto de 2016

Entrada 28

El Observador.

Aquella parte de mí que no tiene nada, pero que lo es todo. 

Aquel compañero permanente que cuando toma el control,  genera tranquilidad y calma para decidir el mejor rumbo; mental si es un pensamiento el que afecta, o físico si es un cambio de sitio lo por hacer.

Antes de cambiar de pensamiento, determinar si de mí depende la solución, para enumerar los pasos que permitan lograrlo y no dejar nada pendiente.

Pasar el control al Observador, es cerrar la puerta al ruido mental, para simplemente mirar a un punto en silencio. 

Ingresar en este espacio es montarse en un vehículo conducido por la imaginación, para conocer lugares, personajes, y sensaciones novedosos. 

Descubierto ya este nuevo lugar, es cuestión de asignarle diariamente momentos para acceder a nuevas experiencias, que permitan introducirse en el área de la creatividad y la innovación.

De esta manera es que el Ser humano produce cambios en sí mismo y en el entorno global. 

Abrir caminos con formas propias, es usar la sabiduría en la existencia para continuar avanzando en la liberación del traje de hierro, que los sistemas de creencias tejen continuamente, para que todos los usemos y así nuestro desplazamiento sea lento,pesado y agobiante.

El enfocar la mirada en cualquier punto, es pararse en una puerta que conduce a un espacio celestial.

Sólo uno de los infinitos que existen, esperando por cada Ser a que se decida ingresar y descubrir lo que no ha querido ver, ni sentir en su vida.

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