Cuando el Ser humano tiene claro cuáles
características físicas son inmodificables, o no tan fácilmente modificables,
se libera de un gran peso para cargar en su vida.
Implantar como hábitos, la Voluntad, la Constancia,
la Consciencia, la Reflexión, la Alegría, el Amor, la Sencillez, y otras
propiedades especiales de la personalidad, hacen que la vida fluya de manera
más tranquila y satisfactoria.
Se seguirá por un tiempo equivocándose,
procediendo y expresándose por impulso, pero seguro cada vez, serán menos las
veces que esto sucederá.
Es muy necesaria una verdadera fe en todos los
aspectos, una seguridad en que todo saldrá bien, como debe ser, pues al fin y
al cabo somos Seres humanos, sabemos lo que nos puede pasar, y la Vida es como
es.
Si no olvidamos esto, y no nos sentimos
excluidos de las consecuencias conocidas y deducidas, que suceden a los
diferentes actos del Ser humano, ni de los eventos inesperados no catalogados
como buenos, sigue disminuyendo el peso que debemos cargar, y aumentando el
bien estar, con el que viviremos cada instante de nuestra existencia.
Lo bello de todo esto, es que aún esta actitud y
comportamientos cotidianos, se convierten en hábito, perpetuando un magnífico
estado mental, físico y espiritual.
Esto es el resultado directo de la Reflexión
ante cada acto ejecutado, que no haya dejado un buen sabor.
Nuestra vida es lo que elegimos y decidimos que
sea.
Hagamos uso de esta característica especial, para que cada instante que
vivamos, sea lo mejor posible, y no tengamos que esperar en el pensamiento, que
algún día podremos irnos para el Cielo, pues vivimos tan felices, que no es
necesario hacerlo.