martes, 8 de noviembre de 2016

Entrada 43


La memoria es aquel espacio infinito donde van cayendo todas las vivencias, pensamientos, sentimientos, olores y aromas que siente el Ser durante su vida.


Con igual posibilidad se presentan los diferentes tipos de recuerdos, y son tantos los puntos desde los cuales se pueden mirar, que la interpretación para uno puede ser múltiple.

Qué necesario es retirar de ese espacio el juicio, para poder sacar el mayor aprendizaje de todo lo vivido, escuchado, y observado.

No hay juicio sin mortificación. Se convive con algo cuyo principal propósito es causar malestar; por qué permitirlo eternamente?

Si el principal y más deseado logro en la vida del Ser humano es la felicidad, el bienestar, la tranquilidad, la transparencia, lo siguiente es sentirlo constantemente como posible, como conseguido, sin tener que expresarlo para ratificarlo,  sino sentirlo para disfrutarlo.

Analizar cada recuerdo, sentirlo, lamentarlo, y desecharlo, pues no puede ser cambiado. Cambiar eso sí, los hábitos que condujeron a que eso sucediera.

Este es el inicio de la felicidad, no pensar, sólo actuar, pues lo por hacer ya está escrito.

Los recuerdos seguirán ahí, así como los del pago por lo cometido, pero pasarán rápido como las nubes en un ventarrón. Lo que permanece es la tranquilidad de un caminar sencillo y liviano que llega a convertirse en un flotar.

La consciencia es la luz permanente que muestra con claridad lo por hacer.

La oscuridad deja de existir, permitiendo que cada acto realizado cumpla con todos los requerimientos para su logro.

La comparación de cualquier tipo no tiene cabida, pues la felicidad sólo está en cada vida, que la invita a residir permanentemente en ella.

Para unos tranquilos recuerdos, lo importante es la consciencia momentánea en lo que se va hacer, y el permiso que se dé, o se niegue a ese acto.

Qué fastidioso es tener que recordar algo indeseable. De ahí la importancia de manejar esto pronto.

Este escrito es otro recipiente metido en el río de mi mente y llenado, para vaciarlo libremente y que moje otras tierras.

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