La sociedad basada en principios es garantía de felicidad, de bienestar constante porque se sabe que nadie atentará contra nadie en ningún aspecto.
Se admira a quienes son elegidos para administrar los recursos con los que se cuenta, pues piensan en el bienestar y el progreso de todos
Todas las personas son parientes, porque al vivir sus relaciones familiares conocen y se tienen muy presentes las alegrías y las tristezas que suelen presentarse, y por ende saben el tipo de recursos de todo tipo que se necesitan para hacerles frente.
Conscientes de ésto no permiten el egoísmo ni el favorecimiento deshonesto cuando ocupan cargos oficiales, ni rompen los principios tan valiosos que facilitan el progreso general.
Se asegura lo propio como acto de protección ante actos de debilidad en otros, para mantener los principios y no ceder lo obtenido honestamente.
A medida que la inconsciencia, fruto de la falta de valor para exigirse a mantener sus actos coincidentes con los principios plasmados en acuerdos milenarios y en el sentido común, se va apoderando de aquellas personas que deben ser modelo de buen comportamiento y orgullo para sus personas cercanas y demás ciudadanos, en la sociedad empieza a surgir comportamientos indeseables que requiere de quienes son fieles a esos principios, doble y más trabajo interior para mantener su círculo de personas intacto.
El dinero es apetecido por todos, pero cambiar la integridad del Ser por actos vandálicos bien vestidos, perfectamente hablados pero desconectados de la más mínima razón, debe ser rechazado para iniciar la recuperación de todo lo bello en los Seres humanos.
Se deben crear lugares donde se lleven a los infractores ya sin privilegios y sin los bienes adquiridos ilegalmente, a recuperar o desarrollar los principios necesarios para ser un buen Ser humano y ciudadano, por medio del trabajo y la disciplina.
La igualdad proveerá felicidad y bienestar a todos los Seres que conforman cualquier sociedad.
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